Cine comunitario, la experiencia de Guelatao
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Arte y Cultura

Cine comunitario, la experiencia de Guelatao

Proyectar historias y crear nuevas narrativas que importen y en las que participe la comunidad es lo que se plantea en la Sierra Juárez


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Cuando se habla de cine comercial —dice la realizadora serrana Luna Marán— existe una idea clara: ganar dinero y cuando se habla de cine de autor, se entiende que hay una apuesta de un artista, de alguien que está tratando de construir un discurso individual y que le quiere decir algo al mundo.

“Y cuando hablamos de cine comunitario, estamos hablando de un cine que busca construir historias desde una perspectiva comunitaria. Y desde una perspectiva comunitaria también implica desde formas comunitarias donde se intercambian las lógicas verticales que tiene la producción comercial de una película. Tiene que ver donde se ponderan las historias que son importantes para la comunidad, y son esas historias las que se cuentan”.

Desde hace unos años, en la década de los 80, Guelatao de Juárez comenzó con el impulso a la producción audiovisual, a través de propuestas radiales, de video e incluso de televisión. Sin embargo, en los últimos años se han gestado nuevas historias a partir de sus habitantes, entre ellos Luna Marán y Juan José García Ortiz; son ellos y otro más los que han dado pie a una nueva etapa en la producción audiovisual, una que apuesta por el séptimo arte desde y para la comunidad.

Un nuevo “ritual” se empieza a gestar

Como parte de esos esfuerzos se creó la primera sala de cine comunitario en el país, el Cine Too. Desde el espacio, que recientemente cumplió un año de existencia, se ha buscado generar otra costumbre, una especie de ritual, como considera Marán a esta nueva idea de ir al cine, de ver y hablar sobre otras historias, de identificarse en los otros.
“El cine llega a Guelatao el año pasado y como ritual se empieza a incrustar (…); el cine no es ajeno a la comunidad, es un proyecto de la asamblea y la idea es que poco a poco la propia comunidad vaya asimilando el cine y la producción de películas como parte de su quehacer cultural propio”.

La idea, detalla Luna, es que se construyan nuevas historias que respondan a la necesidad de una comunidad, pero que también se hagan desde una perspectiva comunitaria. Es decir, a partir de la comprensión de que todos los involucrados en el proceso son agentes creativos, son una comunidad, una asamblea de creativos.

“Y en la cuestión de la exhibición se busca que sean espacios donde la comunidad vaya creciendo”

Pero, ¿qué importancia tiene que este tipo de cine se comience a gestar aquí, en Guelatao, en la Sierra? Luna Marán cree que el primer reto del cine es que se convierta en un acto totalmente comunitario y esto que se pueda replicar en todas las comunidades, pues “todas merecen un espacio donde podamos disfrutar de las otras historias y un espacio donde se van a ir haciendo esas historias que son importantes para la comunidad, en términos de memoria histórica, de disfrute y de relevancia de algunas cosas que necesitamos que no se pierdan o que se digan”.
¿Se trata acaso de un intento por descentralizar la cultura en el estado? La productora de Los años azules prefiere verlo desde otra perspectiva, aquella que da por hecho que la cultura se gesta y proyecta desde la capital del estado, cuando no es así. Y como ejemplo de ello está el movimiento musical que hay en la Sierra, que no se conoce porque no está en esos focos donde se cree que está la cultura.

“Se asume que la cultura está en el centro de la ciudad o que está en los museos, en los festivales o que eso es la cultura”

Por ello considera que el reto para las comunidades o para la gente que no está en estos espacios de validación artística o cultural es construir sus propios espacios de exhibición, de validación, de formación de públicos. Al final, la gente de la ciudad va a seguir accediendo a ver películas en los lugares que le queda cerca de casa.

Por nuevas generaciones de realizadores

A través del Cine Too, la sala de cine comunitaria de Guelatao, se busca impulsar a nuevas generaciones de realizadores de cine, refiere Luna. Y es que el espacio se ha planteado como uno integral, donde no sólo se exhiban películas, sino se forme a nuevos cineastas.

“La sala Cine Too no es sólo un espacio de proyección, sino uno donde los niños y niñas están aprendiendo a hacer cine. Durante el verano y vacaciones han tomado cursos para hacer animaciones, ficciones, videocartas… y todo eso ha hecho como un microclima donde los niños están produciendo sus historias y las leyendas de la comunidad, y todo eso en su conjunto lo hace tener una situación particular para la educación de los niños”.

La realizadora recuerda que en los años 80 del siglo pasado hubo producción audiovisual y de televisión, de la cual emanaron las primeras generaciones de realizadores.

“Ya hay una tercera e iríamos a una cuarta con los niños que ya están produciendo”.